En Colombia se pierden $50 billones por corrupción más de un millón de casas de interés social, ocupando el puesto 90 entre 176 naciones evaluadas por Transparencia Internacional. Casos como los de Odebrecht, el Programa de Alimentación Escolar, el Carrusel de la contratación en Bogotá, el enriquecimiento y lavado de activos del general Flavio Buitrago. Carlos Albornoz, procesado por la entrega irregular de decenas de bienes de la mafia. Orlando Parada, concejal vinculado al saqueo a Bogotá. Otto Bula, confeso receptor de sobornos de Odebrecht. Así como la desviación de los recursos públicos y la toma de decisiones para intereses particulares, disminuyen la legitimidad y la confianza en el Estado. Una encuesta global de Ernst & Young a empresarios sobre el fraude, indica que un 30% de ellos ha falsificado estados financieros y ha pagado sobornos por un contrato. El sector privado se embolsilla $60 billones al año con conductas corruptas de evasión fiscal, acuerdos por debajo de la mesa por contratos y fraude contable. El profesional que se preste para firmar un acto corrupto debe ser suspendido de por vida. Mientras en la política, se hacen avales y fraudes electorales. La solución está en la educación y formación de ciudadanos éticos que no sean proclives al delito. Una reforma a la financiación de las campañas que evite el ingreso de dineros sucios. En Estados Unidos el corrupto lleva el uniforme naranja, grilletes y se le limita las horas de sol y de visitas, lo que atemorizan a criminales de todo nivel. Se debe acabar la prisión domiciliaria y exigir el reintegro del dinero robado, quitar los beneficios judiciales a los corruptos. No necesitamos políticos, sino líderes capaces de hacer lo que parece imposible, Irlanda, un país pobre es hoy potencia, lo hizo bajando impuestos, gasto público, recaudando mucho más y aplicando la ley al corrupto. ¿Será que usted está votando mal, beneficiando al político corrupto?
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