Es un momento triste, una madre presenciando la ejecución de su hijo. María es reflejada hoy, en miles y miles de madres en Colombia y en el mundo que sufren el dolor de tener un hijo en la cárcel, enfermo, en otra región, en un hospital o en situaciones como el desempleo. Ese dolor de madre que miles de mujeres sufren en este momento por la desaparición de un ser querido, el secuestro de un familiar, del cual no saben absolutamente nada. Madres que en silencio sufren el maltrato de sus hijos, ya sea física o psicológicamente, madres que en muchos casos son dejadas en ancianatos por sus mismos hijos, que sin ningún sentimiento son capaces de llevar a sus madres y dejarlas allí o abandonarlas en una calle después de haberles dado vida, amor, cariño y protección. Madres que sufren la soledad esperando que su hijo o hija aparezca algún día por la puerta de su casa, para darle un abrazo y recibirlo como siempre, con el mismo amor y cariño como cuando era pequeño. Madres que en silencio dejan caer lágrimas por culpa de sus hijos, por el daño que hacen y las cosas malas que realizan en la sociedad. Hijos que sienten el dolor de ver a su madre en un hospital postrada en una cama enfrentando una grave enfermedad, o que quisieran ver a sus madres con toda la energía radiante, como cuando eran jóvenes, que sufren la tristeza de estar lejos de sus madres, que no pueden venir a enterrar a sus madres, porque la vida los ha llevado a otros lugares, hijos que sienten que el peso de la vida es fuerte y que solamente encuentran la tranquilidad y el apoyo con los consejos y el amor de madre, como un bálsamo para seguir el camino de la vida.
Hijos que encuentran en sus madres un ejemplo a seguir, que lo lleva a salir adelante, que en muchos casos están solos y que buscan esa madre en la cual descansar todos sus problemas, necesidades, falta de afecto o simplemente una caricia o un abrazo. Hijos que en el desespero de no encontrar una madre terminan sumergidos dentro de las drogas.
Hijos que piden a gritos a sus padres disciplina, reglas, normas que les permitan ser mejores personas en la sociedad, y no seguir por el mal camino. Hijos que piden —en el silencio de su cuarto— a sus padres unos minutos y tiempo para compartir, tiempo que se come el trabajo y el acelere diario, destruyendo hijos y familia. Es un momento que debe unir a los hijos con el respeto, el amor y la entrega por sus padres, como una forma de calmar el dolor que puede tener con los actos y acciones que como hijos hacemos, generando dolor en nuestras madres. Es el momento para que las madres evalúen su responsabilidad en el construir de sus hijos como seres que deben de tener en su interior como centro a Dios.